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Gamaliel Vázquez

Doña Margarita Ventura, propietaria de jugos y licuados «La Reina» ha pasado cuatro décadas de su vida dedicándose a la venta de jugos y licuados en el pueblo mágico de Santa María del Río, donde al paso de los años se ha convertido en una figura icónica de la Cuna del Rebozo. Su calidez y buena actitud la llevaron a ganarse el cariño y respeto de toda la comunidad sanmariense.

Su nombre suena en el aire de los ayeres cuando el caudal del rio de Santa María daba vida a ese municipio potosino, y aún con el desplazamiento por competencia de grandes marcas, sigue manteniéndose en la voz de las nuevas generaciones que hoy buscan su negocio para disfrutar de la frescura de los extractos frutales.

Su trecho comercial guarda recuerdos que hoy revive para contar cómo inició la aventura que originó la historia de lo que se convertiría en su principal fuente de ingresos y del sostén de toda su familia.

Doña Margarita cuenta que fue hace poco más de 40 años cuando le ayudaba al tío de su esposo a la venta de jugos dentro de un pequeño local que llevaba por nombre la » La Parcela’, en cercanía de la Plazoleta Martín Bautista.

Con la llegada de una nueva administración municipal, se construyó el mercado Martín Bautista de la mano del alcalde Jose Luis Castillo y por logística, tuvieron que mudarse a la nueva área comercial donde permanecería a la fecha.

Al paso del tiempo, se vio en la necesidad de seguir sola en el negocio, siendo motivada por la idea de darle mejor calidad de vida a sus hijos e hijas, con lo que también ayudaría a darles una formación educativa universitaria de prestigio, y la gran satisfacción personal.

Los jugos de fruta naturales representan su mayor fuente de ingresos, aunque también ofrece otros preparados como licuados, tortas, frutas rebanadas, sandwiches entre otros, para tenerle a los clientes diversas opciones conforme a gustos.

Espera que su legado siga en manos de su hija Idalia, quien actualmente le ayuda a mantener el puesto, y quien le ha aprendido los secretos del negocio, desde las recetas de jugos, hasta la importancia de servir con amabilidad y alegría.

Aún sueña con que su modesto puesto sea adornado con colores vibrantes y prendas que se elaboran por manos artesanas del Rebozo originarios del pueblo sanmariense, para hacerlo más agradable a la vista de residentes y visitantes por igual, pues se dice agradecida por la dicha de ver crecer a toda una generación de personas a quienes recuerda con cariño.

Con cada relato se le vienen a la mente aquellos años en la niñez de sus clientes y sus peculiares maneras de pedir los preparados, pues su puesto de jugos ha permanecido como un faro de estabilidad y amistad con aquellas personas que han pasado por su negocio.

Doña Margarita no solo vende jugos, sino también comparte historias, consejos y risas con sus clientes, y para muchos, es como una madre dispuesta a escuchar y ofrecer consuelo en momentos difíciles. Sus gestos de generosidad, como ofrecer un vaso de jugo y una sonrisa reconfortante en tiempos de necesidad, son recordados con gratitud por sus fieles clientes y con quienes crea más recuerdos duraderos con cada vaso de jugo servido.

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