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La Tierra ha ganado una nueva luna. Se llama CD3 y se estima que tiene entre 1.8 y 3.6 metros de diámetro, informó el Centro de Planetas Menores de la Unión Astronómica Internacional (MPC, por sus siglas en inglés).

Aunque no es visible a simple vista, la nueva luna está ahí. La fuerza de gravedad de nuestro planeta le ha sujetado y, por lo pronto, se le define como “temporalmente vinculada” al globo terrestre.

En la circular difundida por el Centro, se asegura que “no se observa evidencia de perturbaciones debido a la presión de la radiación solar, y no se ha encontrado ningún vínculo con un objeto artificial conocido.

La nueva luna CD3 fue descubierta el 15 de febrero de 2020.

El nuevo satélite natural de nuestro hogar fue descubierto el 15 de febrero pasado por los astrónomos de la Universidad de Arizona (UA), en Tucson. Dos días después, se realizaron más de 30 observaciones del objeto que ha cautivado a los científicos.

Según Kacper Wierzchos, investigador de la UA, el hallazgo es significativo pues este es el segundo asteroide que se sabe que orbita la tierra. El primero se descubrió en 2006, y recibió el nombre de RH120.

¿Cuántas lunas tiene la tierra?
Oficialmente una: llamada Luna, la que conocemos a simple vista.

Sin embargo, existen objetos como el CD3 y el RH120 que son considerados lunas porque quedan atrapadas temporalmente en la órbita de la tierra. Algunos astrónomos, por tanto, los consideran satélites naturales o “segundas lunas”.

La búsqueda de estos objetos data de 1846. Ese año, el astrónomo francés Frédéric Petit afirmó haber descubierto una segunda luna, pero su hallazgo fue rechazado.

52 años después, en 1898, el científico Georg Waltemath hizo un anuncio similar. Aparentemente había encontrado un sistema de pequeñas lunas orbitando nuestro planeta. Pero posteriores observaciones desecharon sus afirmaciones.

En la actualidad, si bien Luna solo hay una, existen objetos cercanos a la tierra llamados cuasisatélites: estos orbitan alrededor del sol desde la misma distancia que la tierra, pero su trayectoria es inestable y está sujeta a cambios e, incluso, a salir disparada en otra dirección en cualquier momento.

Estos objetos no están atrapados en la gravedad de la Tierra. Más bien, dependen de la gravedad del Sol, pero su tránsito por la bóveda celeste hace parecer que nos pertenece como ocurre con nuestra querida luna.

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